Ningún cuarto vacío
Por Mercedes Turquet * En esa época, poco antes de que la abuela muriera, empecé a soñar. Se me había formado un nuevo hábito, el de tomar siestas en el jardín, y yo que no tenía la costumbre de soñar, en esas siestas, soñaba. Recuerdo con mucha claridad la ocasión de esa primera vez, fue un domingo. Camila estaba asistiendo …