Veinte Puntos para un Manifiestx Pornológico

Por danimundo*

“El sexo porno es un sexo sin afecto” (Sade)
“Si a alguien se lo azota, sin duda merece que se lo azote” (Sacher-Massoch)

1) No se puede seguir imaginando la sexualidad desde los parámetros y conceptos instituidos en una realidad abolida cuyo código de registro era analógico. Es como plantear que el daguerrotipo de una mujer casi desnuda tomado en 1840 forma parte del mismo imaginario pornográfico que consumimos por Internet. O imaginar que la masificación de la que hablaban los grandes artistas de aquella época remite a la misma masificación que acontece en una sociedad cuyo código de registro es digital. En el siglo XIX constituía un fenómeno extraordinario si uno podía ver un par de imágenes de personas teniendo sexo, cuando no desnudos. No se trataba de un fenómeno de censura moral o defensa de las buenas costumbres, como se empeña en repetir el progresismo ilustrado; mal que nos pese, se trataba simplemente de un problema tecnológico en la capacidad de codificación.

2) Exactamente lo mismo que pasa con la sexualidad pasa con otros conceptos centrales en la sociedad contemporánea: masa, individuo, medios de comunicación, vínculo o conexión. A la post o transdisciplina que investiga la relación entre todos estos elementos le damos el nombre de pornología.

3) La pornología es una transdisciplina postcientífica inventada en la segunda década del siglo XXI en Buenos Aires. Aunque parezca increíble, los países subdesarrollados tienen más posibilidades de inventar nuevas disciplinas que investiguen las smartechnology porque sus condiciones de uso, consumo, producción y circulación están atrasadas con respecto a lo que sucede en los países dominantes. Este desfasaje o destiempo nos da una gran ventaja ya que los medios no nos inoculan todo su poder somnífero y alucinógeno de golpe. Es un problema de velocidad y de traducción.

4) Al especialista en pornología se lo llamará, lógicamente, pornólogo. El pornólogo no se toma en serio ningún tema aunque investiga con mucha seriedad experiencias que para la mayoría de la gente son in-significantes o tan sólo tienen un significado patológico. El pornólogo las considera normales —para él la sociedad ya también las considera normales, sólo que lo niega. El fetichismo y la alienación en este momento de la evolución tecnológica no representan la desviación de una normalidad: se volvieron el principio de realidad vigente.

5) El pornólogo no quiere relaciones como la que el maestro mantiene con sus discípulos o el profesor con los alumnos: sus relaciones deben ser adictivas, del tipo de vínculo que lxxxs fans entablan con sus ídolos o los viciosos con su vicio. Desde que la voluntad se subordina a la pulsión, las adicciones regulan nuestros principios de realidad.

6) Un pornólogo no acepta los conceptos como cosas abrochadas y con moñito. Todo concepto requiere un trabajo arqueológico interminable. ¡Es una locura! Pero también es una elaboración que tal vez sólo pueda desarrollar un algoritmo (existen muchas probabilidades de que el pornólogo no sea otra cosa que un algoritmo).

7) El gran escollo que encuentra el pornólogo a la hora de justificar epistemológicamente la transdisciplina radica en la multitud de prejuicios a partir de los cuales nuestra sociedad concibe a la pornografía. Los prejuicios que vuelven obvia a la pornografía ocultan su densidad.

8) La pornología es la transdisciplina que investiga la sexualidad a partir de las reacciones nerviosas o excitaciones de los individuos, sean estos animales, humanos, máquinas o medios de información o vinculación de masas propiamente dichos. La excitación no es un efecto, es una causa. A esa causa vulgarmente se la llama clic, pero “clic” es una metáfora de lo que se desencadena en la psique y en los afectos a partir de la excitación nerviosa o eléctrica.

 

La pornología es la transdisciplina que investiga la sexualidad a partir de las reacciones nerviosas o excitaciones de los individuos, sean estos animales, humanos, máquinas o medios de información o vinculación de masas propiamente dichos.

 

9) El pornólogo considerará que los medios de masas (o multimedia o transmedia o postmedia; el pornólgo lo formula así: ½) tienen en sí mismos principios de realidades que difieren de lo que comúnmente se entiende por principio de realidad. Ya no es igual a como era en la Época Moderna, donde cada medio (periódico + cine + radio + TV + libro, etc.) competía con los otros para dar la “mejor” o más poderosa interpretación de la realidad factible. Lo mismo pasaba con su usuario: se pasaba del rol de lector al de televidente, al de oyente, al de espectador, etc. No se podía ser ni cumplir dos funciones al mismo tiempo. En este paradigma los medios se subordinaban a la realidad, la realidad era algo sólido y único que se representaba por algún medio. A esta interpretación ingenua de los medios la reemplazó otra para la cual los medios “construían” la realidad, la realidad ahora era un fondo que cada interpretación mediática transformaba o presentaba de acuerdo con sus ideologías e intereses. Estas dos concepciones pertenecen a lo que llamamos la era de los monomedios, donde cada medio convivía al lado de los otros sin poder organizar una unidad superior; fue una era dominada por el monomedio libro. El libro era lo que había que interpretar una y otra vez. En los libros se guardaban las verdades eternas. Se tuvo que esperar hasta que la tecnología habilitó un cambio en el código de registro de los medios y se pasó de una codificación analógica a otra digital para que se hiciera posible la confluencia. Abandonamos la era monomediática e ingresamos a otra que para resumir llamaremos multimediática. La pornología surgió gracias a esta convergencia o acoplamiento de los medios (½s) entre sí.

10) Frente al horror que causa en las bellas clases medias la indiferencia por el otro, el egoísmo extremo, la apatía, la depresión, la crueldad, la adicción, la tristeza, Sade y Sacher-Masoch aseguraban que la desafectación, la apatía y la insensibilidad del alma se metamorfosean en placeres mil veces más divinos que aquellos que les procurarían los deseos normalizados. La clase media traduce que a estos dos tipos les gustaba “sufrir” o “hacer sufrir”.Los imagina como complementarios. Esta mala interpretación proviene de las ansias de amor auténtico que embarga a esta clase social, y de la universalización del sexo democrático: todos/as/xxxs tenemos derecho a ser deseados. En realidad estos dos tipos proyectaban un vínculo más allá del sufrimiento, el dolor o el placer, más allá de lo que afecta de cualquier manera. Si ejercen algún poder, lo hacen tan solo para derogarlo. Si renuncian al poder, lo hacen tan solo para derogarlo. Incluso la sociedad que los reivindica, como la nuestra, no tolera esta fortaleza de espíritu fundada en la desafectación radical.

11) En el nivel del mensaje o discurso expuesto y transmitido por el medio siempre se postula e imagina al sexo del futuro desde las imágenes o prejuicios del pasado —la compulsión de imaginar formas en los escupitajos de Jackson Pollock-. Pero así como el mediólogo M. McLuhan anunció que “los hombres eran los órganos sexuales de los medios” (cuando McLuhan escribía “hombres” se refería tanto a los cishombres como a las cismujeres), el pornólogo, que investiga el sexo del futuro, propone a los medios como los órganos sexuales de los ciborgs. Para él, el sexo del ciborg es el porno. Y el porno ya no es un género literario-audio-visual perseguido ni una representación de sexo despreciada sino una lógica de vinculación y excitación híper específica y masiva entre individuos o nodos de información: univocidad, obviedad, repetición, instantaneidad, realismo extremo, híperrealismo, efectismo, defraudación, complicidad, satisfacción espectacular, frustración.

 

12) Cuando el pornólogo considera al ser humano como un órgano sexual, no lo considera en realidad como un órgano, un ser humano, un individuo, un algo; lo considera siempre en situación: este órgano-sexual-del-medio-que-es-el-ser-humano tal vez no sea sino siempre en un vínculo, sin identidad ni materia más allá de la conexión. La pornología se ocupa del sexo que logra este singular órgano sexual. A este sexo lo llama porno. Hay que advertir que para la pornología el porno se emparenta con la pornografía de la misma manera que la fotografía con negativo se emparenta con la fotografía digital: son familiares, pero lejanos.

13) En lo que respecta al contenido de los textos, a su mensaje en el sentido común del término, poco fue lo que se agregó durante dos mil quinientos años a las figuras que los griegos supieron dibujar en sus vasijas. Sucede como con el lenguaje verbal: a partir de unos signos mínimos que se combinan entre sí se puede narrar o representar cualquier contenido imaginable. Pero para el pornólogo esta especie de repetición incesante de novedades en el plano del contenido nos impide visualizar otros principios inimaginables de la figurabilidad u otros contenidos no antropomórficos, no coitocentrados, no heteronormativos, contenidos in-significantes. Ahora bien, aunque no seamos capaces de representárnoslos porque nuestra fantasía tiene un límite (el pene como taladro (Tetsuo)), somos capaces de vivirlos. Como son signos que no entendemos, signos perceptuales o afectivos no traducibles a signos inteligibles, afirmamos sueltos de cuerpo que no existen. ¡Y entonces no existen!

14) Así como el sociólogo es el especialista de la vida social; el politólogo, del análisis de la política; el comunicólogo, de la investigación de los mass-media; así el pornólogo es el especialista de los afectos virtuales y del sexo electrónico, un sexo trifásico en el que una fase la constituye la carne, otra la pantalla y otra el acoplamiento entre una y otra (a tal acoplamiento también se lo llama vínculo). Cualquier intento de otorgarle una figura a esta multiconexión representará un resabio de antropomorfismo —no hay que olvidar que un antecedente en el largo camino de la constitución del campo de la pornología lo constituyen las vanguardias artísticas de principios del siglo pasado, que liberaron al medio de su invisibilización por parte del contenido que transportaba y exponía, desde el cubismo hasta el futurismo, desde el suprematismo hasta el abstraccionismo. Pero estas vanguardias no nacieron de un impulso de la libertad o la genialidad humana; nacieron en un contexto en el que se iban mecanizando y automatizando los medios de interacción o percepción con el entorno (el formalismo ruso, la física cuántica, la teoría de la lengua de Saussure, la fenomenología y su vuelta “a las cosas mismas”, son el basamento teórico del cambio que se gestó con respecto a los soportes mediáticos).

15) La pornografía tiene en Occidente una historia tan larga como la misma metafísica. La pornología, en cambio, sólo es imaginable en un mundo postmetafísico. La metafísica no se terminó cuando un tipo a punto de volverse loco empezó a vociferar que Dios había muerto. Tipos como ése abundaron en la historia. La primera estocada seria contra la metafísica provino de una disciplina que tan solo tenía una relación de oposición con la metafísica y el pensamiento: fue el descubrimiento por parte de los físicos de la energía eléctrica lo que abrió la caja de Pandora que la metafísica había mantenido cerrada durante miles de años. La electricidad habilitó en pocos años investigaciones científicas tan desopilantes como la teoría de la relatividad y la física cuántica. La materia se convertía en información.

16) Otra estocada que heriría de un modo irreversible a la metafísica fue el experimento de los campos de exterminio a mediados del siglo pasado, y su consecuencia: Hiroshima y Nagasaki. En pocos años unas teorías absurdas e incomprensibles se volvieron una realidad brutal. Como sea, la estocada final contra la metafísica ocurriría un poco después y provendría de un campo absolutamente ajeno a ella: el campo de la sexualidad. Fue la invención de la píldora anticonceptiva el talón de Aquiles por el cual se desmoronaría la ilusión del castillo metafísico. El sexo dejó de estar atado al principio de la reproducción para pasar al paradigma del placer. No es que antes el sexo no proporcionara placeres extremos y goces voluptuosos, pero esto ocurría en todo caso dentro de la minoría que detentaba el poder. La píldora anticonceptiva masificó esta experiencia y la convertiría en el modelo al que todos los otros goces y placeres tenían que parecerse. Es evidente que la sociedad occidental, es decir la clase media liberal y democrática, había deseado esto y lo sigue deseando. Cree que este pasaje del orden biológico de la sexualidad a su dimensión estética constituye un gran paso adelante en el camino de la liberación (antes a este mismo camino se lo llamaba Progreso, mala palabra hoy en día). Ésta es la primera vez en la historia donde el imperativo de gozar se ve subordinado al cuidado de la vida: gozá pero no pierdas el control. El pornólogo tiene la misión de investigar y denunciar con imparcialidad esta contradicción: no se puede ensayar la espontaneidad.

 

La estocada final contra la metafísica ocurriría un poco después y provendría de un campo absolutamente ajeno a ella: el campo de la sexualidad.

 

17) Otro elemento clave sin el cual la metafísica hubiera resistido unos años más proviene del código de registro: el pasaje del registro analógico al digital. La concentración mediática habilitada por la digitalización permitió inaugurar una nueva realidad que para resumir se llamará Realidad Virtual (RV). Si el gran Baruch de Spinoza aseguraba que de los infinitos atributos de Dios al ser humano le fueron dados conocer tan solo dos, del mismo modo el pornólogo afirma que de las innumerables realidades que existen a los seres humanos les fueron dado experimentar por ahora dos: la realidad real (RR) y la RV. Se trata simplemente de la potencia tecnológica de decodificación disponible, sin relación casi con las capacidades humanas de interpretación hermenéutica o de develamiento de la verdad. Mientras tanto, ¡nos obsesionamos con el sexo!

18) Al pornólogo le interesa la nueva ontología que se desprende de la RV (tal vez sea excesivo o equivocado hablar de ontología cuando el Ser no tenga ya predominio sobre la Nada, ni tampoco se vea chupado y absorbido por el maelstrom de ella). Esta nueva ontología, prefigurada por el gran P. Sloterdijk, ya no será una ontología excluyente en la que el Ser es pleno y la Nada vacía. En todo caso es una ontología polimorfa, como si en el continuum eléctrico de la existencia el ser fuera y no fuera o fuera de múltiples formas al mismo tiempo—cuando decimos “ser” obviamente estamos pensando en el sexo. En la estructura de la ontología de la RV no habrá discriminación ni oposición, no ocurrirá, como en la vieja ontología, que haya un polo que lo tiene todo, mientras que el otro polo no tiene nada: el alma, la vida eterna/el cuerpo perecedero, foco de tentaciones; el espíritu inmaterial/la materia sin vida; lo positivo bueno/lo negativo malo; el macho con pene/la hembra sin nada, etc. Las actividades originarias como el sexo acontecen ya en formato trifásico, donde las tres fases o líneas participan colaborativamente unas con otras en la consecución de un mismo fin: la excitación, la descarga, la excitación. El pornólogo sabe que toda existencia pende de un hilo: el hilo eléctrico.

19) La degradación del vínculo sexual en particular y de las relaciones afectivas en general se debe a la sobrexigencia que ejerce sobre ellos el imperativo amoroso, tolerante, progresista y cool, que infecta el imaginario de todos los vínculos deseables. ¡No es con más amor, más tolerancia y más buena onda (cool) que se revertirá este proceso de desconexión híperconectada en el que militamos en pos de nuestra esclavitud!

20) El pornólogo se toma en serio a aquellos que hablan de una renuncia al yo. Ese yo ya no sabe qué le gusta o qué no-le-gusta, qué lo afecta y cómo. El pornólogo debe ayudar a aquellos que quieren renunciar al yo en el proceso de vaciado y borramiento, recordándoles las contradicciones y los fraudes sobre los cuales está hormigoneado su edificio psíquico. La sexualidad es su viga maestra. Y el pornólogo, el que la quebrará. 

 

*Doctor en Ciencias Sociales (UBA). Magister en Filosofía de la Cultura (UNSAM) y Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA). Docente del Seminario de informática y sociedad (cátedra Ferrer) en la carrera Ciencias de la Comunicación (FSOC-UBA).