El conurbano como problema, el conurbano como solución

Por The Walking Conurban *

Al conurbano lo persigue un estigma: está preso de un conjunto de adjetivaciones determinantes y de pensamientos que indican que condensa en su interior todos los males que aquejan no solo a la provincia de Buenos Aires sino a todo el país. Evitar la “conurbanización” suele ser el jingle de más de una figura del campo de la política, muchas de las cuales, paradójicamente, pretenden gobernar el mismo territorio que aborrecen. 

El significante “conurbano” no hace más que eyectar un halo de significaciones que lo asocian a la pobreza, la delincuencia, la carencia, la ingobernabilidad, la violencia y la vagancia. Si el interior (más precisamente la pampa húmeda) funciona como el sector que motorizó y motoriza los destinos de la nación, el conurbano se constituye como su némesis. Luego, todo lo que produce el campo es consumido por las fauces insaciables del conurbano, bajo las variables de los planes sociales, los subsidios, la corrupción y sus baronazgos. 

Mitologías

Roland Barthes dice algo así como que el mito tiene la potencia de transformar la historia en naturaleza y la capacidad de fijar ciertos significados presentándolos inalterables. El conurbano  generalmente queda reducido a una imagen y su potencialidad indicial captura al territorio solo en una de sus facetas. La política del frame con la que suele narrarse  invisibiliza lecturas que van más allá de los epítetos corrientes, difumina sus virtudes y, sobre todo, inhabilita la posibilidad de leer la historia como un proceso complejo y multicausal. 

Sabemos que toda mitología para erigirse como tal debe tener algo de verdad, y el caso del conurbano no es la excepción a la regla, puesto que sí: en el conurbano hay pobreza, marginalidad, delincuencia, narcotráfico etc, como puede haberlo en CABA , en Córdoba o Rosario.

La construcción del imaginario colectivo sobre el conurbano bonaerense comenzó a tallarse desde el establecimiento de los límites de la Ciudad de Buenos Aires, la proyección y constitución de la General Paz y las consecuentes políticas de planificación de una ciudad que veía luces de Europa cuando se miraba en el espejo del futuro. Fuera de los límites de una ciudad moderna, luminosa y bella se levantaba un territorio no pensado, que desde entonces situaría física y simbólicamente a la ciudad; el conurbano aún sin todavía ser tal, se constituía en lo no planificado, lo ingobernable, lo imprevisible: es decir en la barbarie. 

Fuera de los límites de una ciudad moderna, luminosa y bella se levantaba un territorio no pensado, que desde entonces situaría física y simbólicamente a la ciudad; el conurbano aún sin todavía ser tal, se constituía en lo no planificado, lo ingobernable, lo imprevisible: es decir en la barbarie. 

Sin embargo, podemos afirmar que la mitología urbana ha sido (y sigue siendo) profundamente injusta con el conurbano bonaerense puesto que es, en principio, un espacio históricamente receptivo de las corrientes migratorias más significativas del país. En primer lugar la transoceánica, que cumple un rol fundamental para la concepción y expansión del conurbano; en segundo término la migración interna que tiene que ver con el movimiento poblacional desde las provincias del interior hacia la provincia de Buenos Aires producto del cambio en la matriz productiva iniciada con el fin de la primera Guerra Mundial y agudizada con la crisis del 29; y finalmente la migración de los países limítrofes. Del movimiento de estas tres grandes migraciones surge una pregunta obvia: si el conurbano es un escenario propio de Mad Max ¿Por qué la gente elige ese territorio para migrar? Quienes deciden migrar de un lugar a otro lo hacen a sabiendas (o al menos con expectativas) de mejorar sus condiciones de vida. De lo que se desprende que, o el estado de las provincias y de los países limítrofes son muchísimo peores que las del conurbano, o que este no es solo el locus de pobreza y miseria que nos quisieron contar. Desde la perspectiva de las miles de personas que decidieron vivir en el territorio, parece ser que el conurbano bonaerense no es un problema sino más bien una solución. 

Así mismo, y bien vale decir también, el conurbano bonaerense acogió los despojos de CABA cuando en la década del setenta la ciudad expulsó de manera totalmente violenta a su población indeseable a través del plan de erradicación de villas miserias por un lado, y a quienes perdieron sus hogares por la construcción de las autopistas por el otro. Se calcula que aproximadamente 500 mil personas fueron trasladadas desde la ciudad al conurbano. Así podemos ver que fue este último quien asumió los costos de la “modernización” de la ciudad. 

Aún y sin embargo, los discursos de tinte estigmatizante siguieron proliferando y parte de la circulación y amplificación de los mismos y el asentamiento de ese imaginario se dio a través de los medios masivos de comunicación, siempre tan certeros a la hora de simplificar la polisemia de sentido y encorsetar en eslóganes efectistas procesos complejos. Así podemos encontrar crónicas del diario La Nación de la década del 70 donde el cronista era enviado al conurbano bonaerense como una suerte de Marco Polo, que con lentes colonizantes narraba desde la fascinación y el exotismo cómo era la vida en Adrogué o Florencio Varela. Mucho más acá en el tiempo, entre fines de los 90 y principios de los 2000, la industria de la tv se enamoraba e incorporaba a mansalva los programas de cámara en mano que salían a mostrar la crudeza de la calle, y nada menos cocido que el conurbano bonaerense. La gramática de lo real estaba fundada en la nocturnidad, la edición veloz y zigzagueante , acompañada por efectos de sonido dignos de John Williams, que corporizan una situación de peligro inminente cuando no eran utilizados para llevar la ridiculización a la exégesis. Por supuesto que la víctima del discurso ridiculizante era la gente pobre. Estigmatizar, ridiculizar y marginalizar es la tríada donde se potenciaba el imaginario que sedimentó el relato mitológico del conurbano. 

 

La ley y el desorden

¿Cómo se ordena un territorio que concentra en una superficie que representa el 1 por ciento del territorio nacional a más de  10 millones de habitantes? ¿Cómo se planifica un lugar que está en permanente expansión, que recibe permanentemente oleadas migratorias y que tiene saltos demográficos conmocionantes y que aún así mantiene el mismo presupuesto en coparticipación? ¿Cómo se gobierna un lugar donde conviven las urbes industriales y las prácticas peri rurales?

El conurbano bonaerense condensa en su interior múltiples identidades, prácticas y consumos que generan una suerte de pastiche multicultural inasible. Querer establecer una identidad conurbana es un esfuerzo fútil cuando el territorio se destaca por una heterogeneidad fusiforme que aúna desde el “Delta” de Tigre y sus magnates, countries, villas miserias y barrios obreros. Este escenario ecléctico sumado a la permanente extensión del territorio plantea una serie de dificultades a la hora de planificar políticas públicas.  

En este sentido Pedro Saborido sostiene que en el conurbano la vida parece ir por delante de los planes, y hay algo de cierto en esa afirmación. La ontología constitutiva del conurbano tiene rasgos donde la planificación y la administración de los recursos llegó (si es que lo hizo) mucho después de lo que llegó la vida. Así también podemos decir que se mueve el plano de la ley  sobre todo en la periferia de los centros urbanos. Es decir, la ley llega dosificada, demorada, codificada y esto produce que muchas veces el despliegue de las fuerzas disciplinadoras llegue de manera distinta al conurbano, y cuando nos referimos a fuerzas disciplinadoras no hablamos solamente de lo represivo sino también de lo estético y todo lo que tiene que ver con las prácticas cotidianas.

Pedro Saborido sostiene que en el conurbano la vida parece ir por delante de los planes, y hay algo de cierto en esa afirmación. La ontología constitutiva del conurbano tiene rasgos donde la planificación y la administración de los recursos llegó (si es que lo hizo) mucho después de lo que llegó la vida.

Así, podemos encontrar en las periferias urbanas, conjugaciones estéticas altisonantes, disruptivas, señalética ejecutada y/o resignificada por los vecinos y las vecinas de la zona, tanques de agua que pondrían a Bataille y su noción de gasto improductivo a festejar. Y que nos habla también de un circuito presente , dinámico y alternativo para plasmar ideas en forma de arte a través de circuitos no tradicionales.  

El interior

Pero más allá de las construcciones discursivas, mediáticas e imaginarios que se despliegan, cabe preguntarse qué es lo que hay dentro del conurbano bonaerense que es el sitio donde se radican alrededor de (según el censo del 2010) casi 10 millones de personas. Bien puede el conurbano quitarse los ropajes de victimario y mostrar entre sus lauros datos no poco significativos. En principio podemos decir que el territorio condensa el 80% de la capacidad instalada de la industria manufacturera que en parte explica el aporte del 23.2 por ciento al PBI nacional y cerca del 70 por ciento del PBI provincial, al parecer es mucho más que una tierra de maleantes y planeros. Con relación a esto la provincia de Buenos Aires y el conurbano bonaerense se ven ostentosamente perjudicados en términos de coparticipación, recibiendo 19 puntos de ingresos de los 35 que genera. Por supuesto que lo aquí escrito no es una intentona chauvinista de contar un relato romantizador del conurbano, simplemente intentamos dar cuenta de los aportes reales del conurbano que parece ir en un sentido contrario a los sentidos que se le atribuyen. En su territorio hoy se despliegan 21 universidades públicas que forman profesionales e intelectuales que piensan al territorio y sus problemáticas desde adentro, la periferia contada desde el margen captura otro tipo de sentido y el conurbano ya no es narrado desde afuera. 

La simbiosis que existe entre temor y desesperanza parece trazar un camino determinístico en el cual el conurbano es un territorio vedado a la imaginación, la creación y el desarrollo, mientras que sus habitantes se encuentran atrapados en un presente continuo, en el que “Mañana” será un nuevo “Hoy” y en el que la suerte, si es que ayuda, nos dejará huir o morir, en ese orden, para ya no soportar más el peso que conlleva vivir en la sordidez de la periferia. Confrontar la covalencia entre «conurbano» y todos sus significantes negativos es una tarea ardua, de complejidad milimétrica y casi que de autodisciplina. Es confrontar aquello que uno ha sido llamado a ser, desde el horizonte de posibilidades que los centros le otorgan a las periferias, es aprender a reconocer los límites que separan a la realidad de la caricatura y, ante todo, es disputar la distribución de los recursos simbólicos y materiales que se le otorgan y se le retacean al conglomerado urbano de la Provincia de Buenos Aires, el conurbano, la región económicamente más dinámica del país, el principal peso político de la Nación y, paradójicamente, el lugar más subestimado de Argentina. 


* The Walking Conurban es una cuenta de instagram creada en el año 2018, que tuvo como objetivo desde sus inicios dar cuenta, a través de la fotografía y la textualidad, de las particularidades, problemáticas, y complejidades que atraviesan el conurbano bonaerense, y que pretende discutir y poner en tensión los discursos hegemónicos que suelen estigmatizar y/o ridiculizar el territorio conurbano.

Fotografías de The Walking Conurban