Por Mariana Baranchuk*
Hace muy pocos días se cumplieron 10 años de la promulgación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y Zigurat convocó a compañeros y colegas para que escribiéramos diversas notas sobre el tema. Mi primera reacción fue: ¡Ya 10 años!, pero si ayer nomás…y entonces comprendí que estaba del lado de a quienes el tiempo les pasa volando.
Dos postales personales, antes de reflexionar acerca de dónde venimos, en qué situación estamos y hacia dónde vamos:
- 10 de octubre de 2009: Poco más de las 6 de la mañana. Agotados y felices salimos del Congreso. El debate en la Cámara de Senadores había transcurrido bajo una severa restricción de ingreso de público. Cobos impedía que nos asomáramos por la baranda que balconeaba hacia donde deliberaban los representantes de las provincias, no deseaba vernos. Miles de personas seguían lo que sucedía dentro del recinto desde la calle. Cuando se aprobó los gritos de alegría se hicieron escuchar puertas adentro. Tengo grabada en la retina una imagen: caminar junto a Damián Loreti y Graciana Peñafort por el medio de una avenida Callao vacía, con el día que ya comenzaba y esa sensación compartida de haber dado vuelta una página de la historia
- 10 de octubre de 2019, estoy en la Casa Argentina en Roma que depende de la embajada. Presento un poemario de mi autoría, feliz e incómoda. No puedo olvidar dónde estaba 10 años atrás y busco cómo hacer para, sin abandonar los modos diplomáticos que la situación exige, no dejar de decir lo que hay que decir. Una pregunta me la entrega servida: ¿cómo aúna la escritura poética con la vida universitaria y académica?
Y ahí pude dar cuenta de que los mundos se cruzan, que los compartimentos estancos no existen y que hacía 10 años se promulgaba la ley más poética de la que tuviera memoria…
La historia hasta llegar a ese 10 de octubre de 2009 fue una historia de luchas, de convicciones, de proyectos que naufragaron dentro y fuera del Congreso. Una historia de asociar voluntades, de hacer confluir diversas voces: las provenientes de la academia, de los sindicatos del sector, de los medios populares, alternativos y/o comunitarios y del resto de los sectores que luego confluirían en la denominada Coalición para una radiodifusión democrática (hoy devenida en Coalición para una comunicación democrática), luego llegaría el momento en que a ese movimiento unificado desde abajo se le sumara la voluntad política de llevarlo adelante. La entonces presidenta Cristina Fernández le encomendó a Gabriel Mariotto conducir la nueva etapa del COMFER y preparar el proyecto de ley. Del grupo de expertos convocados por Mariotto para que redactasen el anteproyecto participaron: Damián Loreti, Graciana Peñafort, Gustavo Bulla, Luis Lazzaro y unos pocos más. El 18 de marzo se presentó el anteproyecto en el Teatro Argentino de la Plata y luego vendrían 24 Foros en las provincias para recoger propuestas modificatorias, además de lo que se recibía por mesa de entradas del organismo y a través de una página web abierta por ese motivo. A los foros viajaban Mariotto, Bulla, Lazzaro y en ocasiones se les sumaban otros compañeros; me tocó junto a Adriana Ghitia la responsabilidad de sistematizar la totalidad de los aportes recibidos. Todo el proceso descripto constituyó una real elaboración participativa de normas.
Luego vendrían las audiencias públicas organizadas por la Cámara de Diputados, la aprobación en esa Cámara, las reuniones con senadores, hasta que en la madrugada del 10 de octubre, se promulgó la ley 26522. Posiblemente ese día fue también el cierre de la gesta poética: hacer ley la democratización de la palabra, la defensa a ultranza de la pluralidad informativa y la diversidad cultural.
Posiblemente ese día fue también el cierre de la gesta poética: hacer ley la democratización de la palabra, la defensa a ultranza de la pluralidad informativa y la diversidad cultural
Lo que siguió fueron los múltiples impedimentos y/o dificultades para su implementación. Primero, y centralmente, la judicialización. Medidas cautelares que impedían la aplicación de la totalidad de la ley, la cautelar parcial que frenaba la aplicación de ciertos artículos sólo para el conglomerado de Clarín, la llegada a la Corte Suprema y, finalmente, la declaración de constitucionalidad el 29 de octubre de 2013, a lo que debe sumarse los cambios de gestión de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) y las diferencias de criterios al interior de las diversas unidades estatales acerca de los modos, tiempos y énfasis en su implementación.
Y sucedió el 2015 y aquello aún incompleto, pero con bases sólidas en cuanto a la participación popular en su concepción, comenzó a ser destruido. Abundan escritos sobre los efectos para la pluralidad y diversidad que tiene el DNU 267/15, a lo que habría que sumar, para tener un panorama más general de la situación en materia comunicacional a poco del cambio de gobierno, la fusión Cablevisión-Telecom; la destrucción de más de 3500 empleos en el sector de los trabajadores de prensa, la degradación de los medios públicos, las dificultades para el cobro del Fondo de Fomento Concursable de Comunicación Audiovisual (FOMECA) y el inexistente apoyo a los medios universitarios.
Estamos convencidos de que el cambio de signo político de la gestión, representará la posibilidad de mejorar la calidad de vida del pueblo argentino. Apostamos, militamos, apoyamos y nos esperanzamos en lo por venir. Pero también sabemos que el tiempo no vuelve atrás y que nuestros justos reclamos no estarán entre las prioridades de las futuras autoridades. Y si hemos mantenido la unidad en nuestras críticas a la gestión comunicacional del gobierno de Mauricio Macri, más complicado será aunar criterios para saber qué demandar, sobre qué profundizar, qué acompañar y cómo y cuándo señalar aciertos y errores en las políticas comunicacionales que, por acción u omisión, se presenten en el futuro gobierno de Alberto Fernández.
Y si hemos mantenido la unidad en nuestras críticas a la gestión comunicacional del gobierno de Mauricio Macri, más complicado será aunar criterios para saber qué demandar, sobre qué profundizar, qué acompañar y cómo y cuándo señalar aciertos y errores
En la actualidad, y entre quienes defendieron, apoyaron y acompañaron la ley, hay diversas posturas: están quienes sueñan con la derogación del DNU 267/15 y la puesta en vigencia plena de la 26522; los que vuelven a insistir con el tema de que la ley nació vieja porque no contempla las nuevas tecnologías (olvidándose del artículo que dispone la revisión cada dos años para adecuarla a los cambios tecnológicos) e insisten en una ley convergente (con el consiguiente riesgo de salirnos del paraguas de la UNESCO e ir a dar de bruces a la OMC); los que ya van preparando las manifestaciones en la puerta de la ENACOM y aquellos que están poroteando para ver en qué lugar pueden ubicarse… No será sencillo, no pareciera ninguna de estas opciones lo más adecuado para la etapa que se abre. Una cosa son los sueños y los deseos y otra, distinta, la realidad efectiva. Parar, analizar las relaciones de fuerza hacia fuera y hacia dentro del espacio, no abandonar jamás la convicción central: Sin pluralidad informativa y diversidad cultural, la democracia es endeble. La democracia necesita de la fortaleza del debate público.
Quizá el camino sea más lento, no están dadas las condiciones objetivas para la derogación del 267/15 y la puesta en vigencia de la totalidad de la 26522. Por otra parte, pensar en discutir una nueva normativa no pareciera ser hoy lo más acertado, difícil un proceso tan participativo como el anterior, por lo que el resultado sería una ley más degradada, más acorde a los intereses de los medios concentrados, amén del riesgo que implica llevar adelante una tarea que posiblemente erosionaría la unidad del espacio de gobierno, que necesita, frente al estado de la situación, mantenerse unido.
No debiéramos olvidarnos de que la ley es una de las políticas comunicacionales, pero no la única; necesitamos pensar y proponer cuestiones que hacen al conjunto de las políticas de comunicación. En cuanto a la 26522, hay que recordar que no está derogada, más allá de que el DNU haya tocado el corazón de la ley, por lo que sería posible instar a la implementación de todo aquello que sigue vigente (FOMECA, contenidos para la infancia; ordenamiento de la grilla; entre muchas otras cuestiones). A lo que sumaríamos, por fuera de la LSCA, políticas que tiendan al fortalecimiento de los medios públicos y, desde las universidades, bregar por la necesidad de la existencia, sostenibilidad y sustentabilidad de los medios universitarios. El tema de que el cable hoy sea una tecnología de la información, en lugar de un servicio de comunicación audiovisual, es un problema que en algún momento habrá que volver a plantear, mientras quizá se pueda avanzar sobre la regulación de las OTT y volver sobre la regulación de los insumos esenciales para la comunicación gráfica.
El tema de que el cable hoy sea una tecnología de la información, en lugar de un servicio de comunicación audiovisual, es un problema que en algún momento habrá que volver a plantear, mientras quizá se pueda avanzar sobre la regulación de las OTT y volver sobre la regulación de los insumos esenciales para la comunicación gráfica
La agenda es amplia, es abierta y hay posibilidades de trabajar desde los intersticios. Recordemos que en el pasado, con un espacio mucho más homogéneo que el existente hoy, fuimos de frente y con un par de decretos destruyeron años de construcción.
Hoy el sistema de medios está mucho más concentrado que en 2008, el país tiene urgencias a resolver que en ese momento no tenía, la coalición de gobierno que asumirá y su base de sustentación es extremadamente heterogénea, no sería ni prudente, ni racional avanzar como si todo eso no existiera.
Nosotros, los de entonces, más las nuevas generaciones que bregan por una comunicación democrática, pero que eran niños en la madrugada del 10 de octubre de 2009, continuaremos con las mismas convicciones, por las sendas que marquen los tiempos, organizado nuevas estrategias con el mismo fin: una comunicación democrática como derecho inalienable de todo el pueblo argentino.
*JTP en Teorías del Estado Cátedra Bulla (CCOM – FSOC-UBA;) Prof adjunta en UNQ y UNJCPaz. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación FSOC UBA ; Magister en Comunicación y Cultura (FSOC-UBA) y Doctoranda en Comunicación por la Universidad Nacional de La Plata