Quienes no han de morir: imágenes de la estación Darío y Maxi

Por Santiago Mazzuchini*

Camino por Yrigoyen, cruzo las calles sin tránsito, cortadas por la municipalidad. De lejos se ve un gran escenario y alrededor se encuentran militantes del Frente Popular Darío Santillán y otras organizaciones piqueteras y de izquierda. Se trata de las actividades culturales que todos los 25 de junio se organizan en la estación Darío Santillán y Maximiliano Kosteki,  para luego culminar en una marcha de antorchas llegada la medianoche, y una vigilia de cara al 26 de junio, aniversario de los asesinatos de ambos piqueteros.

Durante dos días, se interviene el espacio con la realización de murales, performances, muestras de fotos, venta de fanzines, libros y la devoción a la figura de San Darío del Andén, llevada a cabo por Mabel Godoy, quien santificó la figura de Santillán.

Llego a la estación. En el escenario principal suena Chala Rasta, banda de reggae del sur del conurbano. Se disponen a tocar «El puente», canción que rememora la represión llevada a cabo por las fuerzas de seguridad aquel 26 de junio de 2002, donde emerge ese gesto heroico de Darío, volviendo al hall para ayudar a Maxi. Antes de comenzar a tocar la canción, el cantante dice: «Creían que los iban a matar, pero estaban más vivos que nunca».

 

25 de junio de 2022, jornada cultural en la estación Darío y Maxi

La frase sintetiza muy bien lo que significan Darío y Maxi en la iconografía piquetera. Resalta una característica fundamental de los mártires-heroicos: la de pervivir en la memoria, la de figuras que tienen la capacidad de multiplicarse a pesar de los intentos por exterminar las ideas que inspiran.

Las fotografías de la estación que capturan el momento en que Santillán asiste a Kosteki, se transformaron en un elemento constitutivo de la identidad de los movimientos piqueteros. Allí se muestra un valor central, el de la solidaridad y el compromiso militante. Eso que muchas veces se repite como “poner el cuerpo”.

Las fotografías de la estación que capturan el momento en que Santillán asiste a Kosteki, se transformaron en un elemento constitutivo de la identidad de los movimientos piqueteros. Allí se muestra un valor central, el de la solidaridad y el compromiso militante. Eso que muchas veces se repite como “poner el cuerpo”.

Las imágenes fotográficas fueron tomadas por Sergio Kowalewski, colaborador del periódico de Madres de Plaza de Mayo; José Mateos, de Clarín; Mariano Espinosa, de INFOSIC; Martín Lucesole, de La Nación; Ricardo Abad, de DYN; y Pablo Ferraro, del grupo Argentina Arde. También la transmisión televisiva de Canal 7 fue fundamental, capturando toda la secuencia que permitió reconstruir la escena de los fusilamientos.

Además de estar destinadas a recordar aquel crimen, esas fotografías se volvieron elementos de lucha, armas de intervención en el espacio, propagación de líneas políticas. Por otra parte, se trata de imágenes que lograron intervenir en la historia a partir del esclarecimiento de los crímenes cometidos por las fuerzas de seguridad que asesinaron a los piqueteros.  Por lo tanto, actuaron en dos sentidos: como elementos constitutivos de identidad y contra-imágenes del poder, y como testimonios de lo ocurrido, facilitando así la reconstrucción de los asesinatos.

Dibujo de Florencia Vespignani

Este caso nos permite traer algunas perspectivas que retoman el trabajo del historiador del arte Aby Warburg, como la impulsada por Horst Bredekamp y su teoría de los actos de imagen. Sus investigaciones colocaron en el centro de la escena la cuestión de la performatividad de las imágenes, su capacidad para actuar. Y aquí, verdaderamente las imágenes actuaron. Sin embargo, también se hace necesario agregar que nunca actúan en el vacío ni por su propia eficacia.

Las fotografías y videos de la estación tuvieron que ser primero publicadas, y luego militadas, difundidas, impuestas en la escena pública para que puedan ser vistas. Ellas no escapan a las relaciones de fuerza que operan en el campo político, estas luchas y tensiones que condicionan lo que puede ser visto, escuchado y pensado. Y como sabemos, desde Rancière, en ese partido los movimientos populares han tenido siempre que luchar desde abajo.

 

Indymedia y la materialidad de las imágenes

Entro a la estación donde se encuentran desplegadas diferentes muestras de fotos. Se exhibe el trabajo de fotógrafos y fotógrafas que estuvieron en la represión hace 20 años y fueron participando con sus registros en las múltiples manifestaciones que comenzaron a realizarse por la causa. Una serie fotográfica me llama la atención, llevan la referencia de Indymedia, una red de contactos nacida al calor de las movilizaciones contra la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Seattle. Esta plataforma supo constituir una red de medios alternativos y contra-informativos que desde 2002 dan cobertura permanente a todas las causas populares. En tiempos donde Twitter y Facebook era apenas proyectos no conocidos públicamente, Indymedia se posicionaba como la “red social” de los movimientos.

Las fotografías y videos de la estación tuvieron que ser primero publicadas, y luego militadas, difundidas, impuestas en la escena pública para que puedan ser vistas. Ellas no escapan a las relaciones de fuerza que operan en el campo político.

Sigo mirando las fotos y veo una captura de pantalla de una de las publicaciones de la plataforma. Tiene fecha de 2002. Es una crónica acompañada con fotos que fue escrita el mismo día de la masacre de Avellaneda. Esas imágenes y textos que se alojaban en la digitalidad y tranquilamente podrían quedar ahí, muertas, viajan y se materializan en papel como parte de las muestras de la estación Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. Lo que fue un material contra-informativo producido para organizarse y difundir líneas de acción, se vuelve hoy objeto de conmemoración pero también como prueba de que los medios contra-informativos y alternativos estuvieron presentes, como hoy.

25 de junio de 2022, jornada cultural en la estación Darío y Maxi

San Darío del Andén

Salgo al patio de la estación y la veo a Mabel parada frente al altar que le realizó a Darío Santillán. El acto heroico lo consagró como un santo y ella le rinde culto todos los 26 de junio, con una ofrenda y una oración. “San Darío del Andén, patrono de los piqueteros” puede leerse en un papel frente al altar. Hay dos de sus retratos más conocidos y uno de Ángel Vicente Peñaloza, mejor conocido como Chacho Peñaloza, caudillo y militar federal argentino asesinado en 1863, en su batalla contra el centralismo liderado por Bartolomé Mitre. Mabel dice unas palabras, prende un fuego y se queda junto a las imágenes de Darío. 

25 de junio de 2022, jornada cultural en la estación Darío y Maxi

Cuando termina el ritual me retiro hacia las afueras de la estación. Debajo del puente una batucada, arriba un gran cartel de hierro donde puede verse una imagen que nació de una fotografía de Mariano Espinosa, viajó como un dibujo de Florencia Vespignani y se consagra en el puente rojo sobre Yrigoyen.

La figura de Darío extendiendo su brazo derecho, pidiendo que se detengan, sosteniendo con su mano izquierda a Maxi, tendido en el piso. Debajo, una frase del Che Guevara que Santillán tenía anotada en su diario personal: “sean capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia”.

A lo largo del puente puede leerse en una bandera «Como Darío y Maxi: mano tendida al compañerx, puño cerrado al enemigx». No existe un mejor conjunto de imágenes y palabras para cerrar un recorrido por la estación.


* Magíster en Comunicación y Cultura (UBA-Fsoc), licenciado y profesor en Ciencias de la Comunicación y doctorando en Ciencias Sociales. Becario doctoral UBACyT del proyecto “Imagen y política. De cómo las imágenes hacen historia”, dirigido por Felisa Santos. Integra el PRI «Sujetos y espacios en disputa: apariciones de lo político en la contemporaneidad» y el grupo Grupo de Estudios en Fotografía Contemporánea, Arte y Política (FoCo) del Instituto Gino Germani. También es productor en el programa radial Sonidos Clandestinos (FM La Tribu).

Imagen de portada: Darío Santillán y Maximiliano Kosteki durante la represión en el Puente Pueyrredón. Fotografía de Pablo Ferraro