Hacer música hoy: digitalismo y pandemia en Argentina.

Por Emiliano Vargas*

Analizar las condiciones de producción actuales de la música en Argentina es una tarea que no puede hacerse sin tener en cuenta dos aspectos claves del momento contemporáneo: lo digital y lo pandémico, que, a su vez, generan efectos tanto a nivel material como simbólico entre quienes trabajan y viven de ella. El nivel material remite al conjunto de intercambios discursivos, artísticos, y de servicios (que incluye lo económico) inherentes al trabajo artístico. El nivel simbólico a la ideología contemporánea que se erige sobre el paradigma de lo digital y que en algunos aspectos el contexto pandémico recrudece.

En Argentina la palabra músico/a genera -entre otras- dos tipos de semiosis que son antagónicas tanto para algunos trabajadores de la música como para el resto de la sociedad, pero que no necesariamente se corresponden con la realidad material:

Una semiosis exitista: la palabra músico/a asociada al éxito comercial y la popularidad masiva. Llenar estadios con fanáticos que pagan sus entradas para asistir al show, millones de reproducciones en las plataformas de streaming musical, viajar por el mundo, tener dinero y ser reconocido socialmente.

Una significación derrotista: la palabra músico/a asociada a la derrota, al fracaso, a la vagancia, a la frustración de no reflejar fielmente la primer semiosis en un mundo que exige mostrar felicidad y éxito constante en los perfiles de las plataformas digitales.

No sólo una parte de la sociedad adhiere a este par antagónico sino que también lo hacen buena parte de los/as músicos/as argentinos/as y probablemente se trate de un fenómeno que trascienda las fronteras territoriales y digitales.

 

Semiosfera de la industria musical: de lo mainstream a los bordes.

Me refiero a semiosfera de la música para hablar del conjunto de producciones e intercambio de productos y servicios que generan significaciones -sean artísticas o de puesta en valor de las producciones- y que constituyen la Industria musical.

Lo primero a tener en cuenta es que al hablar de semiosfera, concepto elaborado por el semiólogo ruso Yuri Lotman, describimos una esfera cultural que posee un núcleo que en nuestro caso es constituido por el mainstream, es decir, el conjunto de producciones discursivas y de intercambio de servicios que constituyen la porción dominante del mercado musical. A medida que nos alejamos de él y nos acercamos a los bordes de la semiosfera encontramos diferentes microsistemas de producción, circulación y consumo de música que contienen nichos específicos de mercado, y que paradójicamente constituyen la principal fuente de contenidos de las que se valen las plataformas de streaming más famosas. Lo musical constituye uno de los sectores más dinámicos de las industrias culturales contemporáneas que, según diversos investigadores, producen el 8% del PBI en los países de Iberoamérica.

En el momento contemporáneo -marcado por lo digital- la porción mayoritaria de los/as músicos/as se encuentra entre las semiosis exitista y derrotista que describí al comienzo. Esto agrava a nivel subjetivo una situación que ya de por si es delicada a nivel material y económico.

Según un artículo publicado en el diario La Nación, en Argentina cerca de 500 mil personas trabajan todos los días para sostener una industria de shows en vivo que hoy -a causa del coronavirus- se encuentra paralizada y sus trabajadores en una situación realmente delicada.

 

Música en el momento digital

En el nivel de las plataformas mediáticas la industria musical es la principal rata de laboratorio con la que empresas y Estados experimentan para innovar en las industrias culturales. La irrupción de la tecnología digital modifica constantemente las formas de producción, de circulación y consumo generando un paisaje cultural realmente complejo e interesante para analizar.

En términos comunicacionales y económicos pareciera consolidarse -al menos momentáneamente- un sistema que se erige alrededor de la tecnología de streaming con un conjunto de plataformas que compiten entre sí (iTunes y Spotify por ejemplo), o bien a partir de la construcción de diferentes perfiles y formas de interacción con músicos y oyentes (por ejemplo las que se dan entre Spotify, Bandcamp, y SoundCloud).

Sin embargo hay aspectos en los modelos de negocios y en el nivel de los intercambios de servicios que no parecen modificarse con el paso del sistema broadcasting (un emisor muchos receptores) al actual postbroadcasting (donde el primero convive con las estructuras reticulares de comunicación que trajo la tecnología digital). Es decir, los sistemas comunicacionales se reconfiguran con los cambios tecnológicos pero mantienen la constante de no beneficiar a los/as músicos/as que se encuentran por fuera del mainstream a pesar de ser los principales productores de contenidos de los gigantes del streaming musical.

Un debate álgido y de relevancia en la semiótica latinoamericana y buena parte de la europea gira en torno a la retórica de la conexión total. Retórica que abarca y entrelaza la esfera digital y la espiritual de las sociedades contemporáneas. En este sentido el semiólogo italiano Massimo Leone sintetiza un aspecto clave del momento presente: la necesidad social de “estar conectado con el todo”. En éste sentido Leone indaga la retórica de la conectividad y afirma que constituye un pilar lingüístico y textual hegemónico en las sociedades contemporáneas ligando lo algorítmico y lo espiritual en el marco de lo comercial.

Los sistemas comunicacionales se reconfiguran con los cambios tecnológicos pero mantienen la constante de no beneficiar a los/as músicos/as que se encuentran por fuera del mainstream a pesar de ser los principales productores de contenidos de los gigantes del streaming musical.

Es interesante pensar la retórica de la conexión total y sus implicancias en la producción discursiva de los/as músicos/as dentro del actual sistema de medios (incluyendo, por supuesto, a los tradicionales y a las redes); retórica que en el ámbito de la semiótica denominamos postbroadcasting. Analizar en profundidad los efectos de ésta en la esfera cultural de la música sin dudas requiere de un trabajo mucho más profundo que el presente texto, por lo que de momento solo nos detendremos en lo siguiente: la retórica de la conexión total, entre otras cosas, impone la lógica de vender constantemente la imagen de sí mismo en las redes sociales para promocionar productos musicales, lo cual obliga a construir narratividades del self que en muchos casos van a contramano de lo que se percibe en la experiencia de la cotidianidad offline, a causa de condiciones materiales y laborales precarias de los músicos que, como si fuera poco, se agudizaron cuando la pandemia llegó a Argentina.

Es decir, se presentan desfasajes entre la realidad offline del enunciador y las narraciones del self que se realizan en las plataformas mediáticas. Desfasajes que se acentuarían a causa del imperativo de mantenerse en conexión con un todo. Si este proceso semántico es tal, la polarización entre los significantes exitistas y derrotistas se agudizaría con consecuencias negativas para los/as músicos/as que se encuentran por fuera del mainstream.

 

Música y pandemia en Argentina

Además de los constantes cambios materiales e ideológicos que traen aparejadas las transformaciones digitales, en términos económicos la música en vivo es un producto elástico, es decir, sufre antes que muchos otros sectores de la economía las fluctuaciones generales de consumo. Esta característica constituye un rasgo que repercute tanto en la trayectoria de producción artística como a nivel económico. Este carácter elástico de la música en términos económicos incrementa o reduce el consumo con mayor facilidad si se lo compara con productos inelásticos como por ejemplo la producción de pan, u otros alimentos de primera necesidad.

Esto quiere decir que lograr estabilidad a nivel de consumo de música en un contexto normal en Argentina es una tarea complicada ya que desde éste punto de vista la inestabilidad en los niveles de consumo sería un atributo propio de la música como producto en sí. Si a ésta característica le sumamos las transformaciones en la vida offline a partir del contexto de pandemia, es decir la reclusión, el cierre de locales, la prohibición de eventos públicos, la situación empeora notablemente.

La retórica de la conexión total, entre otras cosas, impone la lógica de vender constantemente la imagen de sí mismo en las redes sociales para promocionar productos musicales, lo cual obliga a construir narratividades del self que en muchos casos van a contramano de lo que se percibe en la experiencia de la cotidianidad offline, a causa de condiciones materiales y laborales precarias de los músicos que, como si fuera poco, se agudizaron cuando la pandemia llegó a Argentina.

Si bien la pandemia afecta al conjunto de lo que llamamos semiosfera de la música y si bien tanto el núcleo como sus bordes están discutiendo el futuro de la música en vivo (a nivel industrial, empresarial, profesional y académico), los efectos del COVID-19 en la semiosfera no son homogéneos.

La música en vivo que se produce en los bordes no sólo genera un mercado del cual se alimentan económica y artísticamente miles de personas sino que además nutre discursivamente al núcleo de la semiosfera -el mainstream-. Algunos de los principales jugadores del streaming musical como Spotify vienen siendo duramente cuestionados por sus principales productores de contenidos: los/as músicos/as independientes.

La reacción del gigante del streaming sonoro fue adoptar un paquete de medidas económicas para asistir a los músicos a nivel global durante la pandemia. En Argentina la iniciativa se gestiona en coordinación con la UMI (Unión de Músicos Independientes). Por su parte SADAIC dispuso la media de cobrar un impuesto a las transmisiones vía streaming en vivo cuando se trata de eventos patrocinados por empresas.

La semiosfera de la música en la era digital se torna un espacio que muta a un ritmo mayor al de la capacidad de reacción de los sistemas científicos actuales y por lo tanto a la capacidad de comprensión de la clase política, que muchas veces pueden tener la iniciativa de intervenir satisfactoriamente, pero sin las herramientas intelectuales adecuadas los esfuerzos parecen ser en vano. Un ejemplo de ello es la reunión organizada por la jefatura de gabinete del gobierno nacional a la que se invitó a actores sociales de la industria musical sin dudas de relevancia, pero que solo representan a una parte del núcleo de la semiosfera: el mainstream. Se dejó afuera de dicho encuentro a los microsistemas que producen la mayor parte del contenido en plataformas y que a la vez son los principales perjudicados con la suspensión de las performances en vivo.

Para quienes nos abocamos a analizar fenómenos culturales desde diversas ópticas, un aporte en esta coyuntura podría ser la construcción de conocimiento metadiscursivo que desafíe los tiempos tradicionales de la academia sin perder calidad de análisis y sin pretender ocupar un rol periodístico en la narración del proceso. Desde luego estas líneas no van a solucionar un problema que, como se dijo aquí, es histórico y que además se profundiza con el componente pandémico.

En un nivel más abstracto –no por ello menos real- la ideología semiótica contemporánea se articula a partir de una retórica de la conexión, que a nivel material recrudece rasgos individuales que se fortalecen en la coyuntura pandémica.

La libertad discursiva propia de la producción artística, es decir la capacidad de generar discursos estéticos críticos de sí mismos y del entorno, puede ser el germen hacia una transformación positiva, saludable -material e ideológica- pero que difícilmente se pueda llevar a cabo si no se recupera al menos parcialmente lo performático, es decir el ámbito donde el músico es por excelencia. Por el momento es un aspecto que solo parece posible dentro de la vida en plataformas.


* Comunicólogo. Maestrando en Comunicación y cultura de la UBA y becario del instituto CIRCE de la Universitá Degli Studi di Torino. Investiga diferentes vidas de lo musical en el contexto de la era digital. Contacto: Emilianov1988@gmail.com