Fórmulas peronistas para salir de los terremotos

Por Myriam Pelazas*

“Los cínicos de siempre acusaron al gobierno militar de aprovechar el súbito espíritu de unidad para fortificar su débil ascendiente sobre el pueblo. Pero estaban equivocados. Ellos no veían lo que Perón pervivía con claridad, es decir que, con un estímulo y conducción adecuados, los argentinos podían trabajar juntos y estar a la altura de cualquier desafío”.

Perón, Joseph Page, 1984.

Cuando todo esto empezó, mi amigo Pablo Dipierri se preguntó si el coronavirus para el albertismo podía ser lo que fue el terremoto de San Juan para el peronismo primigenio y me invitó a pensar sobre eso. Acepté su convite y escribí una nota para la revista Kamchatka, retomo aquí algunas de esas ideas y agrego otras más sobre terremotos, solidaridades y peronismo.

 

¿Y si el principio no fue el 17 de octubre?

Evita no tuvo un rol estelar en esa jornada, más allá de algunas versiones, no fue ella quien llamó a las barriadas para que liberasen al entonces coronel Perón y llegara al balcón desde el que calmaría a las masas enviándolas a ese proto “quedate en casa” del 17 de octubre. Pero sí Evita empezó a ser tal a partir del 15 de enero de 1944, día del terremoto que dejó a San Juan con miles de personas heridas y desaparecidas, nueve mil muertas y casi mil niñxs huérfanxs, que fueron algunas de las trágicas consecuencias de la catástrofe que destruyó la capital sanjuanina. En ese escenario de horror, la Secretaría de Trabajo y Previsión, dirigida por Perón, se encargó de llevar a cabo la mayoría de las tareas para salir de la emergencia, aunque fueron diversas las áreas del Estado que actuaron conformando el germen de lo que serían las bases de la planificación estatal peronista.

En medio de todo eso, en el acto celebrado para publicitar la colecta llevada a cabo por la Comisión Pro ayuda a San Juan -que dirigía la citada Secretaría junto al Ministerio de Obras Públicas- y que reunió a artistas y figuras populares que juntaban aportes ciudadanos para paliar los daños sanjuaninos, se inició el romance entre la actriz y el coronel. Sin embargo, en esos primeros días de 1944, también se revelaron algunas interesantes cosas más para repensar en estos otros encerrados días.

Juan D. Perón empezaba a vislumbrarse como figura central del gobierno y María Eva Duarte incluso había viajado a San Juan –según las memorias del propio Perón- junto a una delegación de médicos para ocuparse personalmente de qué tipo de asistencia se necesitaba y hacerla conocer al grupo de artistas que preparaba la colecta solidaria. Su visceral implicancia principalmente tuvo que ver con que el sismo había dejado tantxs niñxs en condiciones de orfandad. De hecho, a pocos días del suceso, la mayoría fue trasladada hasta la ciudad de La Plata en donde permaneció en colonias infantiles hasta su adopción, porque también entonces se activaron resoluciones para dar algún tipo de solución al problema de lxs niñxs huérfanos en la Argentina. Acabar con los desamparos de los niñxs en general -y de los pobres en particular- fue uno de los imperativos del peronismo, concretado en su declaración acerca de que eran los únicos privilegiados de ese nuevo país. Pero hay que decir también que quien todavía era Presidente de la nación, el general Ramírez, culpaba del mal a los pecados e invitaba a rezar por las almas de los sanjuaninos. En ese Estado en ciernes que había modernizado algunos aspectos de su burocracia durante los años ’30, las decisiones tampoco eran unívocas: afortunadamente Perón y sus asesores tomaron la brújula y pudieron demostrar que las devastaciones no son tan calamitosas cuando el Estado se hace verdaderamente presente y deja de encomiarse a Dios.

Así fue que rápidamente se organizó un plan de viviendas y la ciudad de San Juan -que distintas gestiones liberales habían dejado con sus antiguas casitas de adobe- fue reconstruida.

 

Acabar con los desamparos de los niñxs en general -y de los pobres en particular- fue uno de los imperativos del peronismo, concretado en su declaración acerca de que eran los únicos privilegiados de ese nuevo país

 

Casa

En Argentina, antes de la pandemia mundial, los conceptos de “cuidado” y “reconstrucción” aparecieron de la mano del flamante gobierno. El primero se instaló en su agenda junto a una serie de preocupaciones que tomó a cargo el novel Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, y el “estamos REconstruyendo” se pudo ver como slogan de la TV pública y también en otras comunicaciones oficiales. Lo público, después de cuatro años de macrismo, volvió a jerarquizarse aunque no haya habido un terremoto que en segundos devorara miles de vidas, pero sí hay una demanda feroz de “cuidados” y necesidad de “reconstruir” lo dilapidado por el gobierno anterior y lo que dejará el virus global. En ese sentido, la oración del “San Alberto” agradeciendo que sea Fernández quien nos gobierna y no el otro mamerto es una de las genialidades humorísticas de estos días. Jornadas en las que también se oye algún discurso semejante al de Ramírez respecto del terremoto de San Juan, aunque ahora la cosa sería que el castigo a nuestras ofensas es el coronavirus. Otros, más optimistas, dicen que es una oportunidad. Una tercera posición ve en el mismo fenómeno ambas cosas. Esa visión es la que parece tomar el presidente Fernández escuchando más a los científicos que a los empresarios y acertando con el modo en que se avanza en los aspectos sanitarios siguiendo la tradición peronista de Carrillo. Y aunque sus equipos asesores muestran sensibilidad para con lxs desposeídos, a veces parece imperar una idea medio hueca de lo que puede ser una cuarentena sin paredes firmes. El asunto fue categóricamente expuesto por Mariela Baladrón y Eliana Maffullo en esta revista, hace unos días, indicando que en una situación tan compleja es necesario incorporar a la escucha también a otros sectores que poseen otros saberes sociales.

Al iniciar la nota dije que el primer peronismo fue una constelación que incluyó a Perón, Evita y lxs trabajadorexs en una Argentina que venía de infamias y a la cual un sismo, un verano, le llevó miles de almas cuando todavía no terminaba una guerra mundial.

Hoy, las dificultades son otras, pero el trabajo sesudo de Alberto, Cristina, lxs trabajadorxs, lxs desocupadxs y otros sectores emergentes, entiendo, ayudará a paliar la catástrofe que nos deja a todxs un poco huérfanxs (aunque ahora haya que cuidar más a los grandes que a los niñxs) Ejemplo de lo que digo es la oportuna apertura del sanatorio Antártida de los camioneros, el hotel sindical de Ensenada convertido en hospital, los laboratorios nacionales que reabrieron y que seguramente no sería así si siguiera gobernando quienes pensaban más en reposeras que en camillas.

Entonces respondo afirmativamente a la pregunta inicial de mi amigo Pablo: Alberto puede hallar en esta tragedia su mito fundacional y por eso bate el parche con el UNIDOS de la campaña y el TODXS. Y, retomando el epígrafe de esta nota, el Presidente podría suscribir que “con un estímulo y conducción adecuados, los argentinos podían trabajar juntos y estar a la altura de cualquier desafío”.

Sin embargo, los medios.

 

Alberto puede hallar en esta tragedia su mito fundacional y por eso bate el parche con el UNIDOS de la campaña y el TODXS

 

¿Triunfaremos?

Mientras cierro este artículo, “todos” los canales de aire transmiten, durante seis horas, al mismo tiempo, un programa especial denominado Unidos por Argentina cuyo fin es recaudar fondos para la Cruz Roja Argentina. La iniciativa partió de la primera dama, Fabiola Yáñez -que como varixs lo hicieron notar es rubia y actriz como Evita-, y congregó figuras del deporte y del espectáculo que enviaron mensajes explicando la necesidad de que el público se quede en casa y que colabore con dinero para financiar infraestructura para combatir el coronavirus. Apunto, sin embargo, que la mayoría de quienes formaron parte del evento en otras ocasiones expresaron poco interés por la política o incluso se jactaron de su amistad con el expresidente Macri. Por ejemplo, muchxs de quienes conducían el ciclo, critican cuanto hace el gobierno, enmascaradxs en que transmiten lo que “la gente” piensa, aunque en el programa hayan bajado sus armas porque la tragedia une.

En este sentido, también vale aquí el ejemplo de San Juan, contando que en la colecta en la que Evita empezó a transformarse en Evita, las actrices más destacadas eran Libertad Lamarque y Nini Marshall, que poco después se fueron del país disgustadas con el gobierno de Perón. Otra de esas figuras era Mirta Legrand, quien también participó de la tristemente célebre “Las 24 horas de las Malvinas”, realizada durante el gobierno de Galtieri.

En esta nueva ocasión se juntaron $ 88.000.000, cifra proporcionalmente menor que la de las otras dos colectas mencionadas. La cuestión obedece a muchos factores: a una muy alicaída economía; a que más allá de sus buenas intenciones el programa careció de dinamismo; y a los cambios de las audiencias, entre otros temas. Sin embargo una cuestión a destacar -y que otra vez nos lleva al Estado- es que Unidos por Argentina apeló fuertemente a la “transparencia”, que parecería sólo puede dar una organización como la Cruz Roja. Eso en parte se vincula a que la recaudación del ciclo de Malvinas -como otras donaciones a los combatientes de esa guerra en plena dictadura cívico militar – jamás llegó a sus destinatarios; pero también a que sigue imperando la idea de que el Estado es corrupto. Idea que es importante desmontar: en los ’40 los militares venían a depurar al país de las infamias de la década precedente en tanto encarnaban los valores de una institución muy otra a lo que los militares terminaron siendo en la Argentina (más allá de que sea interesante ver las acciones que en estas horas llevan a cabo). Entonces la bandera anticorrupción también fue potente, pero no se necesitaba a los medios para desbaratarla o promoverla.

Hoy bien sabemos lo poco posible que es que los medios colaboren, más allá de que se junten los canales para que sus caras representativas se conduelan por un rato del mal que nos atraviesa. Los medios, huelga decir, representan los intereses de muy pocxs y no los de las grandes mayorías del pueblo. Por eso es importante redimensionar distintos aspectos de la conducción que tenemos, y aportar saberes que desde ópticas diversas sumen en el cuidado y en la reconstrucción del desastre circundante. Creo que en un marco tan extraordinario, seguramente sea bueno volver siempre a San Juan, a cantar, a pensar y comunicar para que las grandes mayorías de la Argentina, lo más unidas que sea posible, puedan vivir lo mejor que se pueda en un mundo que no para de contar muertxs.


* Docente de Historia Argentina y Latinoamericana y del seminario Leyes y políticas públicas en Comunicación, género y sexualidades, PACGES, Comunicación, UBA. Lic. Comunicación, UBA. Mag. Historia, UNTREF, Doctoranda Cs. Sociales, UBA.

Fotografía de portada: Eva Perón en la colecta PRO por lxs damnificadxs del terremoto de San Juan, enero de 1944. Imagen de Museo Evita