Por Graciana Peñafort*. Me levanto y leo esta nota en la que se reseña tu exposición del lunes 5 de noviembre en el CCK, en un evento organizado por el Sistema de Medios Públicos y la Embajada de Gran Bretaña. En tu exposición dijiste que “cuando hay críticas sobre los periodistas o sobre los medios, lo que realmente está poniendo en cuestión la sociedad “es el sistema democrático, ya que el periodismo es hijo de ese sistema””.
Creo, Jorge, que estás desacertado en tu apreciación. Cuando se pone en cuestión a los medios y a los periodistas, lo que se cuestiona, o mejor dicho se disputa, es la construcción de sentido en una sociedad, no a la democracia. En uno de los leading case sobre libertad de expresión más estudiados, “New York Times vs Sullivan”, el juez de la Corte Suprema de Estados Unidos, William Brennan, dijo que «el debate de los asuntos públicos debería ser desinhibido, robusto y ampliamente abierto».
Cuando se pone en cuestión a los medios y a los periodistas, lo que se cuestiona, o mejor dicho se disputa, es la construcción de sentido en una sociedad, no a la democracia.
En este fallo se habla del deber del gobierno y los funcionarios públicos de tolerar las críticas. Pero el concepto de robusto debate de ideas aplica también a la posibilidad de cuestionar a los medios de comunicación y a los periodistas. Cuando señalo que Daniel Santoro publicó en tapa del diario Clarín una de las fake news más escandalosas que se han leído en este país en épocas de democracia (aquella referida a las cuentas en el exterior de Máximo Kirchner y Nilda Garre y que luego desmentida por la documentación oficial que enviaron bancos y entidades financieras), cuando señalo eso, Jorge, no estoy poniendo en duda la democracia, estoy señalando que el periodista Santoro publicó información falsa.
Cuando discuto con Edi Zunino, director de tu Revista Noticias, lo violatorio que considero al derecho a la intimidad de Jorge Lanata la publicación de su historia clínica, tampoco estoy poniendo en tela de juicio a la democracia, estoy señalando un conflicto entre derechos: entre el de la libertad de expresión e información y el derecho a la intimidad. Y ese conflicto es típico de la democracia, porque en dictadura los conflictos de derechos se resuelven autoritariamente.
(Foto: Néstor Grassi. Perfil)
Cuando cuestiono tu nota del 23 de noviembre de 2013, estimado Jorge, donde analizas los diámetros de la cintura de Michel Bachelet, Dilma Rousseff y Angela Merkel para intentar fundamentar tu tesis de la erotización del populismo que produce el cuerpo sexuado de CFK, no estoy cuestionando a la democracia. Estoy cuestionando la perspectiva de género de tu nota. Porque si te fijas, del cuerpo de los hombres casi no se habla en política y del de las mujeres sí. Y ese artículo reafirma un estereotipo y un discurso con el que no estoy de acuerdo.
Cuando hablo de las conductas predatorias y anticompetitivas que ha llevado adelante Papel Prensa en beneficio de sus dueños y en perjuicio de los demás diarios, no cuestiono a la democracia, querido Jorge. Cuestiono precisamente las conductas que han llevado adelante Clarín y La Nación a través del manejo del recurso estratégico del papel para diarios.
Como te dije, Jorge, creo que cuestionar a medios y periodistas no es cuestionar a la democracia. Es, si querés, una saludable disputa por la construcción de sentido de una sociedad democrática. Porque las sociedades y los sectores que la conforman tienen el derecho a disputar la construcción de sentido. No debe haber intocables. O incuestionables. La iglesia tiene su dogma sobre la infalibilidad papal (Concilio Vaticano I, 1870). Las sociedades democráticas no tienen nada similar. Si tienen características que definen un Estado como democrático. Una de esas características es la libertad de expresión y de acceso a la información.
Las sociedades y los sectores que la conforman tienen el derecho a disputar la construcción de sentido. No debe haber intocables. O incuestionables.
Libertad de expresión y de acceso a la información que son derechos sistémicos. No se puede hablar de sistema democrático sin ellos. A mí me gusta mucho lo que dijo la CIDH en la opinión consultiva Nº 5/85. Acá te la dejo Jorge.
La faz social de la libertad de expresión, querido Jorge, es el robusto debate de ideas del que hablaba el juez Brennan en «New York Times vs Sullivan” y ello implica, como parte del debate, la posibilidad de cuestionar a los medios y a los periodistas.
Es parte de la democracia que la sociedad, o una parte de ella, pueda opinar si un periodista mintió o manifestar su desacuerdo con la posición editorial de un medio. El disenso es parte de un sistema democrático y no un atentado contra dicho sistema. Como lo es «la pluralidad de medios» y «la prohibición de todo monopolio respecto de ellos». Y Agrego yo, que cuando se habla de monopolio, se habla del monopolio de recursos estratégicos como el control de frecuencias, de redes o el control del papel para diarios también. No solo del monopolio sobre medios en cuanto propiedad de los mismos.
Cuando vos decís, Jorge querido, que cuestionar a medios y/o periodistas es cuestionar a la democracia, estás haciendo una construcción de sentido. Que yo no comparto en absoluto. Y tengo el legítimo derecho a disputártelo. Aunque vos tengas un diario y yo solo twitter. El disenso en la sociedad nos hace una sociedad más democrática, no menos. Tolerar el disenso también.
Quería decírtelo, con respeto estimado Jorge, disintiendo con lo que dijiste ayer.
*Graciana Peñafort es abogada.